Desventajas de tener que morir con remordimientos:
Si no recuerdas la muerte, tu práctica de dharma será tan sólo un pálido reflejo, y estará oscurecida por tu anhelo hacia las cosas de esta vida. Después, llegará el día en que tendrás que enfrentarte inesperadamente a un enemigo llamado “morir sin haber practicado el Dharma”. Verás que ninguna de tus posesiones, ninguna de las cosas que tanto has anhelado en el pasado te son de utilidad, y te darás cuenta de que no has extraído nada divino del Dharma; cosa que indudablemente te habría servido de ayuda. Generarás un remordimiento insoportable; no obstante, todo se habrá acabado para ti excepto el sufrimiento . Caer enfermo y con fiebre se conoce como “el tiempo de hacer tus plegarias”; del mismo modo, cuando sepas que vas a morir pronunciarás palabras de arrepentimiento. Gueshe Kamaba decía debemos temer a la muerte ahora. Deseamos morir en gracia, sin embargo nuestro caso será opuesto: ahora no tenemos miedo, pero en el momento de la muerte nos golpearemos el pecho. En otras palabras, debemos tener miedo a la muerte y la impermanencia desde el principio, entonces no habrá nada que temer cuando muramos. Nosotros hacemos a la inversa. Nunca pensamos: “podría morir ahora mismo”, por ello nos quedamos tan tranquilos. Qué muerte tan horrible la nuestra! Puedes ser rico y disponer de cien monedas de oro, o ser rey de todas las naciones, pero estas cosas no son de beneficio alguno cuando llega la muerte, están vacías. Ahora mismo podríamos contraer una enfermedad y fatal; sin embargo todavía no hemos obtenido ni una sola cosa con la que podemos contar cuando la muerte nos alcance. Si no muriéramos de inmediato podríamos pensar; “Definitivamente ahora practicaré Dharma”, pero nuestra vida estaría llegando a su fin, y ese pensamiento nos sería de tanta utilidad como tener algo de comida en la mano y estar tan indecisos que antes de comerla, llega un perro y se la lleva.
Hay seis ventajas de recordar la muerte
La ventaja de ser muy Beneficioso
Recordar la muerte es muy beneficioso. Como el Buda nuestro Maestro dijo en El Gran Sutra del Nirvana del Buda: “entre las huellas de los animales, la del elefante es la mejor; entre todas las actitudes, esa de la impermanencia y la muerte es la mejor”. En otras palabras, practicarás el dharma sin error si recuerdas la muerte. Si deseas obtener un buen renacimiento practicarás generosidad, mantendrás tu ética, etc. En resumen, recordar la muerte te conducirá a lo largo de todo el Lam Rim, a través de las tres intenciones hasta la unificación.
El hecho de que el benefactor de Yungtönpa muriera, inspiró a Milarepa, discípulo de Yungtönpa, a practicar Dharma. Muchos de los grandes eruditos solían tener cráneos como recipientes, con el fin de mejorar la alerta sobre la impermanencia y la muerte. El vinaya habla de guardar dibujos de esqueletos en las casas de baño…, por la misma razón. Gueshe Chen Ngawa dijo:
“Si no haces al menos una sesión de meditación sobre la impermanencia por la mañana, me parece que dedicarás todo el día a esta vida”.
Sangtsuen Yerpa afirmó que si no recuerdas la impermanencia por la mañana, dedicarás la mañana a esta vida, y si no piensas en ella a medio día, dedicarás toda la tarde a esta vida. Si te entregas a esta vida, nada de lo que hagas será dharma.
La ventaja de ser Muy poderoso: se dice que si recuerdas la muerte y la impermanencia, destruirás lo que no es dármico; apego, enojo, etc. Adquirirás un gran poder para la consumación de tus acumulaciones, y al mismo tiempo conseguirás destruirás tus engaños y acciones erróneas.
Es importante al principio
Recordar la muerte al principio del camino actúa como causa para que comiences la práctica del dharma.
Es importante Durante: Durante el camino actúa como una condición para estimularte a que te esmeres en el dharma
Es Importante al final: al final hará que tu practica de dharma llegue a su consumación
La ventaja de morir alegre y feliz: En la hora de la muerte poseerás la confianza que surge de practicar el dharma con pureza y serás como el hijo que regresa a la casa de su padre. Longdöl Lama Rimpoché dijo:
“no tengo miedo de ser impermanente. Seré un monje anciano por la mañana y obtendré el cuerpo de un dios esa misma noche”.
Así pues, los practicantes de dharma, en primer lugar mueren felices, en segundo lugar, mueren en gracia y en última instancia, mueren sin pesadumbre. Pensarán: “he practicado el dharma correctamente: me resultará fácil morir ahora”, y no tendrán remordimiento. Ye Milarepa dijo:
Huí a las montañas Porque tenía miedo de la muerte; He realizado la vacuidad, El modo de existencia primordial de la mente. Aunque tuviera que morir ahora mismo Nada se perdería
El modo de recordar la muerte: tiene dos secciones (1) la meditación sobre la muerte en nueve partes; (2) la meditación en los aspectos de la muerte
La meditación en la muerte en nueve partes: Esta tiene tres raíces: (1) pensar en la inevitabilidad de la muerte; (2) pensar en la incertidumbre del momento de la muerte, (3) pensar en que nada, excepto el Dharma, puede ayudarte en el momento de la muerte. Se dan tres razones para cada raíz haciendo un total de nueve partes.
Primera raíz: pensar en la inevitabilidad de la muerte: la primera de las tres razones dadas para ello es: Primera razón: el señor de la muerte vendrá inevitablemente y ninguna circunstancia puede impedirlo
Morirás inevitablemente. No importa qué clase de cuerpo tengas, a dónde vayas, ni el método que emplees; o puedes detener al señor de la Muerte. Ni siquiera un cuerpo sano podrá evitarlo; los dichos del Buda sobre la impermanencia nos dicen: Si todos, incluso los Budas Pratiekabudas y shraakas (discípulos de los Budas) abandonan sus cuerpos, ¿acaso no he de hablar de los seres ordinarios?
Cuando contamos relatos sobre el Bagavan, el Buda que alcanzó el cuerpo vajra, y sobre los muchos eruditos de la India y del Tíbet que lograron la unificación, podría parecer que todavía se encuentran entre nosotros, sin embargo han partido al nirvana. Si, según las apariencias ordinarias, El Buda, nuestro Maestro, y los demás han muerto y sus cuerpos vajra han sido destruidos, ¿por qué no han de morir las personas como nosotros?
Cuando nuestro Maestro iba a pasar al nirvana, muchas decenas de miles de personas de su séquito partieron al nirvana antes que él. Luego, hallándose en Kushinagari, el Buda ordenó que su última plataforma para dormir fuera construida entre dos árboles shala. Después subyugo (embeleso) a sus dos últimos discípulos: Pramudita, el rey de los músicos celestiales y Subada, el brahmin sacerdote que no era budista. No podían soportar que el Buda pasara al nirvana, así que Subadra abandono su cuerpo inmediatamente. Cuando nuestro Maestro se disponía a partir, se quitó su prenda superior y exhortó a la gente a que mirara bien, pues no es fácil tener la posibilidad de ver el cuerpo de un tatagata (Ser que ha Pasado al Más Allá). Su última enseñanza se centró en la impermanencia. Después, con el fin de mostrar que esa meditación era fundamental, dijo:
Todo fenómeno condicionado es impermanente.
Esta es la última enseñanza del Tatagata.
Y paso al nirvana. Cuando la mayor parte de los arhats (Destructor del Enemigo) que habían alcanzado la libertad kármica parcial o total se enteraron de lo que había sucedido, ellos también partieron; eran cuatrocientos noventa y nueve.
Los panditas de la India como los siete jerarcas de las enseñanzas, los ochenta grandes eruditos, los seis ornamentos, los dos supremos, etc. Y los panditas del Tíbet, Shantarakshita, Acharia Padmasambava, el Darmaraya Trisong Detsem, Atisha y sus discípulos, Tsongkapa y sus discípulos y otros pasaron también al nirvana. Ahora sólo nos queda su reputación. ¿Cómo podríamos escapar nosotros de la muerte?
Cuentan que cuando Lama Tsechongling Rimpoché –un autor del Dalai Lama- daba enseñanzas, eran muchos miles de personas las que asistían a ellas; ahora, ninguno de esos lamas o discípulos siguen con vida. Y se dice que Chusang Lama Rmpoché dio enseñanzas muy parecidas a la nuestra en este preciso lugar; de él no queda sino su reputación. Dentro de cien años, todo lo que quedará de cuantos estamos aquí será el informe de que algo sucedió en este lugar. Si es cierto que dentro de cien años todas las personas que actualmente habitan en el continente sur en China, Tíbet, Mongolia, etc. Incluidos los bebés que nacen hoy, habrán fallecido. Si, es seguro que no vivirá ninguna de ellas, entonces a nosotros no nos espera un destino mejor.
Asimismo, si ha llegado tu hora, no habrá ningún lugar que para ti no signifique muerte. Los Dichos del Buda sobre la Impermanencia dicen:
Donde quiera que estés, no habrá ningún lugar
Que o signifique muerte:
Ni en el cielo, ni en el mar,
Ni tampoco si habitas las montañas.
El Séptimo Dalai Lama Kelsang Guiatso dijo:
Después del nacimiento, no tienes la libertad de descansar un instante ante la carrera que emprendes hacia Yama, el Señor de la Muerte.
Lo que nosotros llamamos “vivir” no es más que un viaje por la amplía vía hacia la muerte.
Infeliz es la mente del criminal que es conducido al lugar de su ejecución!
En otras palabras, desde el momento de tu nacimiento, te precipitas aún más rápido que los caballos en una carrera hacia el estado de la muerte, y no te detienes ni siquiera para tomar alimento. Es posible que los jinetes que participan en una carrera de caballos puedan disfrutar de un pequeño descanso, pero aquéllos destinados a morir no tienen ni un instante de reposo en toda la carrera. Cada momento les aproxima a su muerte. De los Dichos del Buda:
Aquellos que van a ser sacrificados se aproximan a su verdugo, con cada paso que dan. Lo mismo ocurre con la vida de la gente.
Tercera Razón: Pensar en el modo en que morirás definitivamente antes de decidirte a practicar el Dharma.
La vida es muy corta y probablemente te encuentres con la muerte antes de que te decidas a practicar Dharma. Vamos a suponer que vives sesenta años. La mitad de estos años te los pasas durmiendo. Los otros treinta años son interrumpidos por el tiempo que dedicas a comer, etc. Con ello te quedan unos cinco años para dedicarte a la práctica del dharma aun cuando estés siempre de retiro y efectués por así decir, cuatro sesiones de meditación al día. En año nuevo decimos: “vamos a hacer una fiesta!” y lo celebramos. Los años pasan rápidamente ante un halo de distracciones.
Gungtang Rimpoché dijo:
Quizá veinte años recordando que uno debe practicar,
Quizá veinte años estando siempre a punto de iniciar la práctica,
Quizá otros diez años diciendo “yo nunca practiqué”
Ésta es la historia de una vida humana vacía y desperdiciada
Cuando eras un niño no pensabas en el Dharma. Más tarde, quizás quisiste practicar dharma y pensaste: “Debo practicar, debo practicar”. Aun así no te decidiste a practicar y no lo lograste llevar a cabo. Luego ya de viejo, no haces más que decir: “todo cuanto puedo hacer ahora es recitar oraciones por mi próximo renacimiento”.
Algunas personas absorbidas por esta vida piensan: “Debería practicar”; y son muchas las que ya han llegado al momento en que se arrepienten de no haberlo hecho. Cuando veamos a estas personas, debemos comprender el daño que sus acciones les han causado. Hemos de tener el coraje de no considerar como importantes las acciones insignificantes que, cada día, nos dejan sin tiempo para practicar dharma. Hemos de practicar tanto dharma como podamos antes de que Yama el señor de la muerte nos sorprenda.
“Imagina que hay un enorme montón de cebada en el centro de una gran planicie. Las mujeres de la localidad ven que se va a producir una inundación y que ésta se va a llevar la cebada; aún así, no hacen nada. La riada arrastrará la cebada antes de que puedan salvar un solo grano. En cambio, si trabajan todo el tiempo con tenacidad y sin distraerse, y se llevan tanto grano como puedan, podrán finalmente salvar un cuarto o quizá la mitad del grano. Si tienen suerte, podrán incluso salvarlo todo y satisfacer sus necesidades. Del mismo modo, nosotros debemos practicar el camino del Dharma tanto como podamos antes de que llegue la muerte”.
Si reflexionas sobre esto pensarás: “Definitivamente voy a morir”; después tomarás la determinación de practicar dharma.
Segunda Raíz Pensar en la incertidumbre del momento de la muerte: hay tres razones para ello.
Primera razón: La duración de la vida no es fija y esto es así, especialmente en esta era degenerada.
Si pudieras estar seguro de cuando vas a morir, primero llevarías a cabo tus tareas mundanas; subyugar a tus enemigos, proteger a tus seres queridos, etc. Luego cuando vivieras felizmente, podrías practicar dharma. Pero no puedes estar seguro, por lo tanto es extremadamente importante pensar en la incertidumbre del momento de la muerte
En general, no pensamos: “No moriré nunca”; pero siempre, hasta el mismo momento de la muerte, pensamos: “moriré pero no este año”. Quizá haya razones para pensar de este modo. Algunos pueden creer: “No voy a morir todavía soy joven”. Pero ser joven no sirve de nada. El orden en que la muerte nos alcanza no se encuentra en conformidad con la edad; hay muchos niños que mueren y son sus padres quien los entierran. También hay mucha gente más joven que tú que ha muerto. Otros mueren nada más nacer.
Hay quienes piensan: “no voy a morir porque no estoy enfermo”. Tampoco esto es definitivo. Los pacientes pueden estar confinados en sus lechos, y aun así, no morir; mientras que mucha gente sana muere de repente. Algunas personas fallecen en medio de una comida, sin haber tenido jamás la más mínima premonición de que morirían antes de acabar de comer. Otras que asistieron alas grandes ceremonias de un monasterio, fueron al templo por su propio pie, sólo para ser evacuados en una camilla como cadáveres.
Entre los familiares y amigos que habitan en nuestro valle, podemos decir: “Este y aquél han muerto”, pero no pensamos: “Esto también me pasará a mi”. Lo consideramos simplemente como un objeto de curiosidad. Incluso oímos a algunos que dicen: “Tenía un bonito hábito azafrán. ¡Espero que ahora me lo den a mí”.
La muerte nos fulminará definitivamente en el futuro, aunque o sepamos el momento en que sucederá.
Se suele decir:
No puedes asegurar qué vendrá primero: Mañana o tu próximo renacimiento.
No te esfuerces en los planes de mañana; es correcto trabajar por la próxima vida.
De los Dichos de Buda
Algunas de las muchas personas que ves por la mañana, No las verás al atardecer. Algunas de las muchas personas que ves al atardecer, no las verás por la mañana…
¿Cómo puedes estar tan seguro de que no morirás mañana?
Si no eres capaz de soportar el pensamiento de que puedes morir hoy, mañana o pasado mañana, por lo menos debes pensar en el modo en que la muerte puede sorprender a cualquier persona entre hoy y el próximo año. No puedes estar seguro de quién, entre los que están presentes, van a morir primero; si será alguien que está a tu lado, quien se acaba de ir.
No recibirás ningún mensaje que te prevenga diciendo: “Ahora, prepárate para morir”. La muerte te alcanzará de repente un día y tendrás que dejar todo lo que estás haciendo. Incluso los monjes ordinarios tienen que dejar de beber su té de mantequilla y de comer harina de cebada o fideos y partir a su próxima vida: Esto refuerza la incertidumbre del momento de la muerte. El aferramiento a la permanencia te hace creer, equivocadamente, que tienes todavía muchos años por delante, pero llegará el día en que morirás. La gente que va a morir hoy mismo a causa de una enfermedad, todavía piensa: “hoy no moriré”. Algunos, cuando les llega un año desfavorable, podrían pensar en la muerte y preguntarse: ¿Moriré este año?”. Pero aunque a ti no te ocurra eso, no hay ningún año entre el primero y el centésimo en el que puedas decir: “Este año no moriré”. Supongamos que tienes veintiocho años. Debes pensar: “Es posible que muera este año. Esa y aquélla persona murieron a mi edad”.
Quizá digamos: “juro que definitivamente no voy a morir este año”, pero no podemos hacer tal juramento.
Segunda razón: El momento de la muerte es incierto porque existen numerosos factores que contribuyen a la muerte y muy pocos que contribuyen a la vida.
Nuestras oraciones del pasado, nuestros méritos y la compasión de los budas es toda la protección que tenemos. No obstante, son muchos los factores que contribuyen a la muerte. Como moscas zumbando alrededor de la carne podrida, a nosotros nos rodean ocho mil tipos distintos de espíritus perturbadores mientras estamos vivos, y serán factores contribuyentes a nuestra muerte. Ellos se preguntan: “¿Cuándo podremos comerte? ¿Cuándo podremos arrancar tu último aliento?”. Los cuatrocientos cuatro tupos de enfermedades que nos envuelven como la niebla. Los trescientos sesenta tipos de espíritus malignos, los quince espíritus malignos mayores que atacan a los niños, los trescientos sesenta espíritus devoradores, etc. Están ansiosos por nuestras vidas.
Y no sólo tienes estos factores contribuyentes externos. Si introduces cuatro serpientes en un mismo recipiente, la serpiente más fuerte devorará a las demás.
Muchos factores contribuyen a tu muerte
Muy pocos contribuyen a tu vida
E incluso estos últimos pueden contribuir a tu muerte
Por tanto, practica Dharma siempre.